lunes, abril 02, 2012

Nasty!


Era delicada como una sandía. La idolatraba hasta el infinito y más allá. Algunos me acusaban de ser un mentiroso. Yo no lo desmentía. Tampoco lo confirmaba.
La autorización vino un miércoles y procedí según el protocolo. Ya no era delicada. Ya no era una sandía.
Pedí un traslado a la luna. No me lo concedieron. Abandoné mi trabajo, mis amistades y los chicles de menta. Ahora soy una sombra de sobre y tres cosas más. Los ojos del mundo te observan pero te ignoran, vaya incongruencia. Mejor me abrigo y salgo de casa



1 comentario:

Jesús Alcalde Vilás dijo...

Si tuvieras decencia saldrías en pelotas.