jueves, junio 06, 2013

Amor de limón


Estamos en una mesa de un restaurante asequible (por no decir bar). Ella coge mi merienda y se la come, devolviéndome el envoltorio plateado. Indignado, me levanto y me dirijo al camarero. Le cojo de los hombres y le zarandeo violentamente. Y él me dice que si le zarandeo por la merienda o por ella. Yo me paralizo y voy corriendo a por ella, entre lágrimas y sollozos.

Y la encuentro en medio del restaurante, de rodillas en el suelo y amamantando un hijo imaginario. Delicadamente me acerco a ella, y la intento rodear con el brazo, protegerla de lo injusto y la opacidad y mientras lo hago, se esfuma, desaparece lentamente, se volatiliza con parsimonia y tranquilidad.

El camarero se acerca y me dice que tengo que pagar el resto de la cena y yo le digo: "eres la realidad". Él se ajusta su camisa y me dice que yo soy la realidad. Y empiezo a desaparecer, a descomponerme en minúsculos trocitos que se elevan y desaparecen por el extractor silencioso...






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