martes, septiembre 16, 2014

Principio absurdo de honestidad


Delmak-O se había duchado y puesto desodorante. Pero a pesar de eso sus axilas olían. Rumiaba, pensaba y no entendía el por qué. Ya era demasiado tarde para volver a ducharse, así que se dirigió a su trabajo. Pero era tal el olor y tanto el miedo que tenía a ser el hazmereír en el trabajo que se suicidó. Y fue el hazmereír pues resulta que ese día no le tocaba trabajar.


2 comentarios:

Mothman dijo...

Reírnos de nosotros mismos nos salva siempre… o casi siempre…
el resto, son la sumisión o la insumisión.
Me ha gustado
Mucho
Bzs

Heliodoro Walzer dijo...

JAjajaj! Brillante, joder.