martes, junio 30, 2015

Let me drown


A lo lejos, muy lejos, yace inerte la melancolía de una enfermedad congénita.

Cerca, muy cerca, permanece arrogante el ego de cristal.


Ahora en serio: hace mucho calor. Un movimiento de párpado y el sudor estalla de alegría. Pero prefiero mil veces el calor que el frío. Éste último me obliga a abrazarme y eso es muy triste. Pero, claro, estando sudado no apetece abrazar a otro ser humano.

Así pues, quejarse es gratis. Actúa. Muévete. Muévete y acércame algo de la nevera. Me apetece sopa fría de dragón. He comprado y tengo el refrigerador lleno de productos fríos. Va, te invito. Tú decides.




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