martes, diciembre 13, 2016

Diario de un pesimista que no se ducha


Todas las desgracias y las desdichas están colocadas, una a una, en fila india. No alcanzamos a ver el principio ni el final, pues es un círculo vicioso repleto de obviedades, y uno no sabe cuando empezó su incomodidad con los azares de la vida.

Intentamos recordar causas, metáforas, razones herméticas de por qué tenemos, a menudo, un sabor amargo que nos inunda la boca y tapa los rayos del sol. Tanta energía en la insatisfacción, en el berrido, en el chantaje al que nos somete la incertidumbre de la existencia que olvidamos, y obviamos, una hecho esencial y capital: a nadie le importa una mierda nada. Y a los que sí, tal vez mientan.

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