martes, agosto 01, 2017

Lo incorregible de la vida


Estaban sentados alrededor del diminuto cuerpo sin vida del dios gato/dios perro. Un incómodo silencio campaba a sus anchas en el salón de los sacrificios involuntarios, rellenando el espacio entre la queja y el hastío, entre la pena y el quejido. No hay solemnidad en la tristeza, eso sólo ocurre en la ajena. Sabían que los dioses animales se hacían querer, que eran compañeros de viaje inquebrantables, seres estelares que iluminaban los rincones más oscuros de nuestro día a día. Lo que no sabían, ah, es que también, al final, eran ausencia. Y tal vez por eso tod@s lloraban.



p.d.: edicado a Sookie/Ona, dedicado a Ona/Sookie

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